Entrevistamos a Axier Ariznabarreta

Arte y Conciencia. ¿Qué hace un psicólogo enredado en esto del arte?

Bueno, de forma oficial la psicología se dedica a estudio e intervención en lo referente a todo lo relacionado con los procesos de elaboración e integración de la realidad por parte de los humanos: motivaciones, procesos internos, formas de expresión, comportamiento, relaciones… El arte, aun siendo complejo acotar el concepto, lo pone fácil como objeto de estudio y también, como veremos, como herramienta de trabajo. De hecho hay una larga trayectoria de abordajes de psicología del arte.

Aparte de lo oficial, personalmente tengo una inquietud personal por hibridar, indagar, establecer sinergias y enredarme en todos los ámbitos de lo humano. Además soy un amante del arte y he tenido la oportunidad de relacionarme e interactuar con varios artistas.

Decías que el arte es un concepto difícil de acotar. Pero, ¿Qué me dices de la conciencia?

Pues creo que es aún más difícil. Al fin y al cabo tanto con una cosa como con la otra es imposible llegar a un consenso general, por lo que nos limitamos a establecer un campo en el que poder manejarnos y comunicarnos mínimamente. Yo soy más de plantear preguntas que de establecer dogmas y de buscar abordajes interdisciplinares. Ambos conceptos son bastante elusivos y lo permiten.

Entonces, ¿Qué es el arte?

Un maravilloso fenómeno de autoexploración, de comunicación y de transformación humana. Nos pone frente a qué y quiénes somos, cómo integramos y nos integramos en el mundo. Nos pone frente a nuestros límites y potencialidades, frente a la experiencia de la realidad, una ensalada atravesada por el fenómeno de la conciencia.

Y entonces, ¿La conciencia?

En términos gruesos podemos decir que la conciencia es ese “algo” por el cual todo, en cualquier dimensión en la que nos situemos, se conoce, se reconoce e interactúa. Quizá como decía David Chalmers deberíamos situar la conciencia como un universal al nivel del espacio o del tiempo. Pero esto es decir mucho o no decir nada.

Aterrizándonos un poco y en relación con el tema que tratamos y con lo humano, la parte que especialmente nos interesa es la de la conciencia de la conciencia. Esa es la diminuta ventana al darnos cuenta, al sapiens, que poseemos en mayor o menor medida los mamíferos y en especial los simios hasta donde hoy sabemos. Desde hace unos años se ha sumado la ciencia a la indagación sobre la conciencia y es un campo que está teniendo un gran desarrollo actualmente.

Me llama la atención eso de “diminuta ventana”.

Sí claro. Es algo que me esfuerzo por remarcar constantemente. Está bien ser un poco humildes. Este simio que sabe que sabe, sapiens sapiens, en realidad sabe y puede saber muy poco. Nos gusta vernos como el centro y medida de todas las cosas, como la cumbre de las creaciones en el universo, y, seamos serios por un momento, somos muy muy diminutos, muy discapacitados y nuestros aires de grandeza siendo además unos recién llegados nos hacen bastante miserables.

Suena un poco fuerte dicho así.

Es un simple toque de atención, creo que necesario. Desarrollaré algo más esto en mi intervención aunque no sea el punto clave. Somos un organismo extremadamente frágil, con unas espectaculares limitaciones sensoriales y perceptivas. Nuestro software nos juega muy malas pasadas y nos lleva a sobrevivir en un sucedáneo de realidad.

Dicho esto, como especie, y como han hecho otras, hemos desarrollado interesantes estrategias de supervivencia, extensiones de nuestro cuerpo y nuestra mente que podemos explorar entre otras visiones desde el tema que nos trae hoy aquí.

Parece que hablaría de los periféricos de una computadora.

Es una metáfora simple, no del todo precisa, pero útil. ¿De qué te sirve enchufar y encender la base de tu computadora sin ratón, teclado, monitor… sin conexión a red?

¿Cuáles son esas extensiones entonces?

Voy a centrarme en dos. La cultura y la tecnología. Alguien dijo que todos los modelos están equivocados pero algunos resultan útiles. Veamos al ser humano en cuatro dimensiones resultantes de combinar interno y externo, individual y colectivo. Un modelo integral propuesto por Ken Wilber. Obtenemos así una dimensión biológica, una psicológica, una cultural y una social. Todas son interdependientes y se da entre ellas un equilibrio de fuerzas que nos ha acompañado en nuestro proceso evolutivo.

La dimensión cultural se compone de elementos profundos, fundamentos compartidos por la especie, es la base de equivocas o certeras convicciones sobre la realidad o la verdad. Es la dimensión colectiva interna, el acervo de la especie, que ha evolucionado y que en la dimensión colectiva externa se ha ido materializando en lo social generando usos, costumbres, morales y leyes, modos de organización política, etc. Y claro, modos y costumbres y diversas formas de expresión de todo ese proceso, es decir, el Arte.

Tenemos el arte sobre la mesa, pero ¿y las otras dimensiones? ¿y la tecnología?

Vamos a plantear el asunto con velocidades. Frente a la aceleración de la cultura y la superaceleración de las sociedades, la biología se quedó en la línea de salida y la psicología fue enfrentándose a nuevos retos no solo para lograr la subsistencia sino para integrar e integrarse en los cambios sociales y poder gestionar la información. Mientas nuestra especie aumentaba en número, se distribuía por el territorio, iba necesitando nuevas formas de organización social y necesitaba gestionar los recursos para su supervivencia el concepto de individuo, de grupo, de mundo, de universo fueron cambiando. La tecnología, desde el dominio del fuego o la talla de sílex hasta el ordenador cuántico, buscó soluciones a las limitaciones de nuestro frágil y limitado organismo imitando en ocasiones más eficientes modelos naturales o generando en otras artefactos para comunicarse y para hacer la guerra. Desgraciadamente más para la guerra que para el amor.

Pero claro cada avance tecnológico generado en un punto del planeta nos ha ido empujando a adaptarnos a él, a integrar los cambios que suponía a todos los niveles. Pensemos tan solo en el acceso a la información desde que se inventó la imprenta hasta la web semántica, en la sensación de acceso al mundo o el concepto de globalización a través de los medios de transporte o comunicación. Son hitos que requieren de nuevas habilidades cognitivas y que replantean valores y formas de entender y entendernos.

Parece que tenemos todos los ingredientes. Cómo plantearás el tema de la relación entre arte y conciencia.

La idea es hacer un recorrido por la evolución de la conciencia de la humanidad, de sus visiones del mundo y sus formas de organizarse desde el principio de nuestros tiempos hasta hoy en día pero también mirando hacia el mañana. Estableceremos niveles de existencia o más bien lo que llamamos memes en base al modelo de spiral dinamics creado por Cowan y Beck. Desde ahí veremos la función, motivación y forma del arte en cada nivel de desarrollo de la conciencia. Es un modelo atractivo, plástico y muy interesante que da para generarse muchas preguntas. Las etapas de las que hablaremos no solo son momentos que han ido superándose en la evolución humana sino que están hoy en día presentes en todas las sociedades y en cada individuo y que por tanto nos ayudan a comprender con más claridad la dificultad de entender o entendernos con fenómenos como el del arte o la conciencia. Porque en un simple grupo de personas hay de fondo diversas visiones de la realidad y diversas necesidades para expresarla e integrarla. La relación con el arte como veremos más que una cuestión de gusto o disgusto es algo mucho más profundo.

Algún adelanto sobre la sesión conjunta junto a Lázaro Totem.

En una primera parte de la sesión mientras voy desarrollando estas ideas con los participantes Lázaro creará una obra en directo.

Esa obra nos servirá como objeto para el diálogo y la interacción posteriores. Trataremos de transmitir una actitud especial al enfrentarnos a una obra sea del formato que sea que nos permita ir más allá de reacciones automáticas o juicios superficiales y nos permita sumergirnos en nuestro interior e comunión con la experiencia artística.

Desde ahí dialogaremos sobre la influencia que puede tener el arte y lo artístico en la salud. Lázaro es un artista con una gran genialidad técnica pero sobre todo su arte es encarnado, profundo y transgesor de la normalidad de formas y discursos en los que nos movemos cotidianamente. Su experiencia vital explota en cada una de sus obras y tiene mucho que decir en primera persona sobre el efecto transformador del arte para un ser humano. Por mi parte puedo corroborar con la experiencia profesional y la evidencia científica mucho de lo que se pondrá sobre la mesa.