Galería silvestre abrió sus puertas en Tarragona y Madrid en el 2014. Con una apuesta clara de posicionarse en un lugar original de la creación contemporánea donde también conviva con el pensamiento mas actual. Las dos sedes trabajan en paralelo combinando sus exposiciones en un continuo juego curatorial, hemos apostado por 10 artistas tras una decidida búsqueda y con un claro convencimiento del resultado.

Galería silvestre nace con la vocación de trabajar en el ámbito artístico de la pintura más contemporánea sin por ello descartar otras disciplinas como la escultura, fotografía… Su ideario es el de acoger a artistas emergentes con una trayectoria y experiencia de trabajo ya valorada. También apostamos dentro del Espacio silvestre por la reflexión y la teoría del arte a través de talleres cursos y seminarios mas específicos. Los artistas con los que colaboramos son de ámbitos geográficos amplios, Portugal, Irlanda, Israel, España, todo ello con la intención de abrirnos a una visión creativa plural y enriquecedora.

Todo sin prisas, desde la pausa y celebrando cada situación con alegría y la ventaja de lo común.

Nos encontramos.

IRENE GONZÁLEZ

¿Tendemos los artistas a acabar en una misma imagen una y otra vez?

Una misma imagen una y otra vez”, perseguimos una imagen perdida, algo del pasado que parece siempre estar a punto de llegar y que en cierto modo nos sirve de medida; sabemos que acertamos cuando volvemos a sentir ese estremecimiento. (Texto de Víctor Borrego, profesor de la Facultad de Bellas Artes de Granada, que me mandó en respuesta a mi pregunta durante nuestras conversaciones para organizar una exposición que allí tuvo lugar. Febrero 2016).

No hay nada más melancólico que la repetición, el eterno retorno, un regreso al espacio ya conocido, a nuestras zonas afectivas. Vagamos en círculos en el laberinto intentando – y temiendo- llegar al centro, un centro inalcanzable donde se encuentra el fantasma de los orígenes, el misterio de la pérdida.

Sólo hay un progreso hacia atrás, es el pasado lo que debe ser transformado a través de la re-creación de la memoria. La memoria no es más que un modo de imaginación. La repetición es un poderoso instrumento mnemotécnico, una forma de conjuro que el melancólico conoce bien, porque sus sueños están determinados por ese mismo movimiento rítmico de dar y recibir, de aparecer y desaparecer, de aproximarse y alejarse (Texto Víctor Borrego)

La memoria no antepone la verdad a todo. La memoria es fragmentaria, no tiene límites ni conoce la frontera entre el “yo” y el “no-yo”, y se completa con la existencia de aquello que ha visto y escuchado: imágenes ajenas, pensamientos ajenos, citas… como Robert Burton en su “Anatomía de la melancolía”. En esta obra, Burton promete al lector que en ella encontrará un bosquejo del retrato de su autor, que pretende sacar a la luz su interior. Sin embargo, no es mucho lo que realmente muestra de sí mismo. Es en realidad una enorme antología de textos clásicos, citados muchas veces de manera inexacta, mezclados entre sí de forma caprichosa. Su persona se desdibuja, se presenta como un vacío que se ha rellenado de (…) la enorme cantidad de otras existencias, de sus palabras, fórmulas y pensamientos. (…) Se trata de una multiplicación de máscaras, de disfraces, un “alter ego” en el lugar (y en lugar) de la pérdida, una multiplicidad donde encontrar el propio nombre es ver y apropiarse del yo y de las palabras de “muchos otros” (Melancolía, de Marek Bienczyk, Editorial Acantilado, 2014, p. 34 y 40).

En mi proceso creativo, construyo una especie de collage fotográficos en los que ensamblo fotografías, algunas tomadas por mí pero también fotografías encontradas, fotografías familiares y fotografías antiguas. Citas. Un compendio de citas para hablar de mí misma a través de lo ajeno. Buscarme en fragmentos extraídos de su sentido completo, fragmentos en los que crear una nueva totalidad más próxima al centro. Y vuelta a empezar.

Irene González