MARTE LAB espacio de reflexión
MARTE LAB propone este año de la mano del Consorci de Museus de la Generalitat Valenciana y de la Universitat Jaume I reflexionar sobre el concepto de “Arte, Ciencia y Conciencia».
Conferencias y mesas redondas que nos proponen un debate que implica llevar al arte más allá del arte. Axier Ariznabarreta y Lázaro Totem pondrán sobre la mesa las certezas sobre si el arte puede o no ser curativo. José Valenzuela nos hablará de la creatividad en la inteligencia artificial.
Inteligencia artificial expresiva
¿Puede un sistema artificial inteligente crear obras de arte o es la creación artística algo puramente humano?
Si entendemos que la capacidad artística no es algo sobre lo que se pueda definir un objetivo o una serie de reglas que digan si lo producido está bien o mal, si no que es algo completamente subjetivo, resulta complejo aceptarlo.
Numerosos investigadores y artistas exploran esta idea. ¿se tratará simplemente de una nueva herramienta para la creatividad artística?
El sábado 18 de noviembre 12,30 h. Sala de prensa (entrada general) José Valenzuela nos hablará sobre Inteligencia Artificial y Arte, IAA. Una reflexión sobre el estudio de la mente humana y el desarrollo de artistas sintéticos.
José Valenzuela nos plantea más cuestiones a dilucidar
Hemos querido preguntarle a José Valenzuela (Terrassa, 1982) sobre todas estas cuestiones que nos surgen, así nos vamos preparando para lo que nos encontraremos en MARTE Lab, aunque al final, como buen investigador, lo que ha conseguido es que nos planteemos todavía más preguntas.
¿Será capaz el «machine learning» de llegar también a la creatividad?
No lo dudo. Será muy interesante ver cómo convergen dos áreas de investigación tan interesantes como son los estudios cognitivos que exploran las bases de la creatividad humana y el aprendizaje automático o machine learning. Aunque tal vez sea aún más interesante llegar al punto en que las máquinas desarrollen una creatividad propia.
A fin de cuentas, los modelos de los que partimos para realizar cualquier tipo de sistema o algoritmo nacen del ser humano o de la percepción del ser humano de la naturaleza. ¿Imaginas lo increíble que sería que una inteligencia artificial rompiera esos esquemas y desarrollara métodos de aprendizaje que aún no hemos sido capaces de concebir?
Esa última reflexión nos devuelve a la creatividad. El proceso creativo se conoce desde la antigüedad y se ha escrito mucho sobre sus resultados (el arte, la ciencia) y sobre los mecanismos que hay detrás desde ámbitos como la filosofía.
Con la llegada de las ciencias cognitivas y, en concreto, de la neurociencia, estamos descubriendo qué áreas cerebrales están implicadas en el pensamiento creativo, entendiéndolo un poco mejor. Aplicarlo después a las máquinas sería el paso natural, pero insisto, la madurez del modelo generado nace del grado de comprensión de la realidad que se está replicando. Sin entender bien qué es la creatividad, no podremos replicarla en ningún sistema artificial.
Cultura artificial o Arte posthumano
¿El arte creado por inteligencia artificial tendrá los mismos parámetros comprensibles para el humano? es decir ¿tendremos que aplicar las mismas normas para experimentarlo? Porque si se trata de experimentar ¿seremos capaces de entender esa experiencia?
El arte forma parte de nuestra cultura, un reducto puramente humano. Por lo tanto, supongo que tendríamos que plantearnos en primer lugar si el resultado del trabajo creativo de una inteligencia artificial debe ser considerado «arte» y, con ello, si lo incluimos dentro de la cultura humana (por nacer de ella como subproducto) o si tenemos que desarrollar nuevos conceptos como… cultura artificial o arte poshumano, ese tipo de etiquetas que gusta tanto a cierta parte de la crítica.
Sin embargo, pensando exclusivamente en la recepción artística volvemos a un aspecto comentado en la pregunta anterior: ¿la inteligencia artificial replica mecanismos humanos o desarrolla otros que le son exclusivos?
Ya existen muchos casos de obras artísticas creadas por inteligencias artificiales que han pasado su particular test de Turing, engañando a los que escuchaban sus canciones u observaban sus cuadros para hacerles creer que había sido un ser humano el que había compuesto o pintado la obra. En esos casos, son los mismos parámetros los que entran en juego en la experiencia estética.
Ahora pensemos en una inteligencia artificial evolucionada que ha sido capaz de desarrollar su propio sistema creativo y que desea plasmarlo en creaciones artísticas. Me atrevería a decir que es más probable que no entendiéramos el resultado antes de que lograra provocarnos algún tipo de experiencia receptiva mística que dejara por los suelos cualquier síndrome de Stendhal posible. Aunque visto así, molaría imaginar inteligencias artificiales artistas capaces de dejarnos aturdidos mediante sus obras.
Sus historias/Nuestras historias
¿Cómo será nuestra inmersión en «sus historias»? ¿Igual que la que se produce con nuestras construcciones alrededor de una recreación ficticia y externa?
Ese tema me fascina. Cuando leemos, observamos un cuadro, escuchamos una canción, vemos una película… lo que estamos haciendo es, simplificándolo mucho, participar en una simulación de mundo que ha construido el artista a partir de su percepción del mundo real, filtrada por su razón, sus emociones y su impulso creativo.
Entender y disfrutar de la obra requiere, entre otras cosas, entender al artista, comprender el contexto en que tiene lugar la creación (y recepción) del objeto artístico y, por supuesto, entendernos a nosotros mismos como receptores (¿por qué me emociona esto? ¿por qué no me gusta aquello?).
Visto así, la inmersión en la historia creada por una inteligencia artificial, de ser posible tal resultado, tal vez nos ayude a comprender mejor nuestra relación con esas máquinas.
Es lógico pensar que la ciencia será la herramienta fundamental a la hora de construir sistemas de inteligencia artificial, pero no se habla tanto de lo interesante que sería la posibilidad de comprenderlas mejor -a un nivel más íntimo- gracias a los textos que pudieran escribir o a los cuadros que pudieran pintar.
Las emociones están en el centro de toda creación artística, así que antes habría que pensar en si serán las máquinas capaces de desarrollar emociones. ¿Serán esas emociones réplicas de las nuestras, o adquirirán otras nuevas? Y en el último caso, ¿seremos capaces de comprenderlas, de empatizar con ellas? Ah, la empatía, la gran diferencia entre humanos y replicantes en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick. ¿Soñarán las inteligencias artificiales del futuro con convertirse en artistas?
Como decíamos antes, que surjan más y más preguntas sobre un tema concreto solo es prueba de que el ponente sabe lo que se hace y de qué habla.
Axier Ariznabarreta y Lázaro Totem. Arte sanador
Nadie puede quedar impasible ante la posibilidad de vivir conforme a las fórmulas que defiende el mindfulness. Fundamentalmente consiste en prestar atención, en tomar conciencia real del momento presente, de nuestras sensaciones corporales, del ambiente que nos rodea, pero sobre todo se trata de no juzgar si son adecuados o no. Es decir, se trata de aceptación que nada tiene que ver con el sometimiento. Se trata de poner la conciencia al servicio de nuestro bienestar
Esto, aparentemente tan sencillo, no lo es tanto, conseguir enfocarnos en lo que percibimos, sin dar vueltas una y otra vez a lo mismo. Este girar y girar en derredor del problema es lo que se ha dado en llamar «rumición» o «disco rallado». Y solo consigue una cosa, que evitemos llegar a la solución.
En la intervención, conferencia y mesa redonda que llevarán a cabo el viernes 17 de noviembre a las 12,15 h en la Sala de prensa (entrada general) el psicólogo experto en el estudio de la Conciencia y mindfulness Axier Ariznabarreta, y el artista disruptivo y psicomago Lázaro Totem abordarán el efecto curativo del arte desde el punto de vista de la ciencia y la conciencia de la mente humana.