Los paisajes desoladores que nos muestra Jaime Belda, en su trabajo “Nueva York. Cara B”, son fotografías formalmente inquietantes y socialmente comprometidas. Inquietantes porque, en primer lugar, en el espacio urbano que nos muestra nunca vemos a nadie. En segundo lugar, fuerza el punto de fuga casi fuera del plano, de manera que obliga a interrogarnos sobre lo que hay más allá de lo que vemos. Nos preguntamos por qué el autor no se ha limitado a fotografiar, precisamente, lo que parece que tiene más interés y que, justamente, es lo que no sale en la fotografía. En este sentido, me recuerda la idea romántica de sugerir más que mostrar, el predominio del contenido sobre la forma, o como decía Hegel, el predomino del espíritu sobre la forma. Nos muestra lo que no vemos.
Este planteamiento formal fue una decisión consciente que tomó con este trabajo. Y, de esta forma, distanciarse de sus anteriores proyectos. Así pues, no aspira tanto a una belleza armónica, sino más bien busca el choque, el conflicto. Imágenes más perturbadoras que bellas.
Cuando Jaime Belda planteó su trabajo en el máster en fotografía de espai d’art fotogràfic, continuaba la línea ya iniciada desde los comienzos de sus estudios. En su primer año de formación ya hizo una exposición colectiva y sus fotografías buscaron el escenario de la ruina, aunque en esa ocasión aún no tenía bien claro su planteamiento formal e incluyó personajes en sus tomas. En el siguiente año, en su proyecto de fin de estudios “Entre escombros”, ya eliminaba de sus imágenes a las personas.
De ese modo iba definiendo el estilo que veríamos en el presente trabajo, pero aún estaba lejos de conseguir este resultado. Sus fotografías eran frontales, directas, limpias y sencillas. No escondían nada, no dejaban juego al observador para descubrir, indagar y, lo más importante, reflexionar. Sólo se recreaban en una estética de la ruina. Podríamos decir que con “Nueva York. Cara B” dio el paso de la juventud irreflexiva, el placer contemplativo, a una madurez reflexiva, el placer intelectual.
Al enseñarnos calles desoladas, abandonadas, nos habla de la ruina, de los restos que nadie desea y por los que nadie quiere ir, de lugares marginados. Por eso, es socialmente crítico. Nos hace reflexionar sobre un futuro incierto y angustioso.
Mostrar la ruina, los escombros, los lugares abandonados, no necesariamente es hablar de nuestro pasado. “Nueva York. Cara B” nos habla del futuro. Esos puntos de fuga forzados, que nos invitan a mirar lo que no aparece en la imagen, son una referencia al futuro de nuestra sociedad, al futuro de un gobierno que se decidirá si es protector o deja abandonados a su suerte a cada uno de los individuos que componen su estado. También el romanticismo, una vez más, se dio cuenta de la importancia del papel político para el arte.
Jaime Belda nos habla de su interés por la situación del sujeto dentro de la ciudad. El desamparo cada vez mayor del individuo. La idea que, al final, nos encontramos solos en la gran ciudad. Solos aunque estemos rodeados de miles de personas. Actitud que, una vez más, nos muestra el papel del artista en comunidad y cómo a través de su trabajo, en este caso fotografías, nos habla de la realidad social y cultural. Sus obras son sensibles a los problemas que genera la sociedad.
No es fácil realizar trabajos críticos en un entorno dominado por el consumo que estetiza y mercantiliza toda creación artística y con mecanismos capaces de neutralizar y banalizar las visiones críticas sociales y políticas. Estas obras críticas son, quizás, más difíciles de comprender, precisamente, porque entienden el arte como un sistema de comunicación y no solamente como un objeto de contemplación. Pretenden que el arte siga siendo un vehículo de conocimiento.
En este sentido, como decía al principio, vemos como “Nueva York. Cara B” me recuerda esa idea de los románticos de sugerir, de evocar otro tiempo y de su papel político para  el arte. Pero también en este trabajo de Jaime Belda planea otra idea que hace ya mucho tiempo fue escrita y que sigue siendo muy necesaria en nuestra sociedad y en nuestro estado: la ilusión de cambiar conciencias, de modificar prioridades, de adoptar valores sociales:
“- ¿Nuestra juventud no debería proponerse adquirir todas esas cualidades si quieren cumplir sus deberes?
– Sin duda deben hacerlo.
– Por lo menos, este es el objeto de la pintura y de todas las artes del mismo género…”
(Platón, La República, Libro III).

Texto Niclolás NY Cara B. Facilitado por la galería Coll Blanc.

Ruin Porn
El ‘Ruin Porn’ reafirma la naturaleza inexorable del tiempo, también hace lo propio con la naturaleza transitoria del ser humano. Experimentamos la vida, el mundo, desde nuestra perspectiva. Somos la referencia, la medida de todo. El mundo es nuestro mundo; la vida, nuestra vida. Así sentimos una especie de catarsis cuando salimos de nuestros zapatos y vemos el mundo y la vida desde una perspectiva global. Nos damos cuenta de nuestra insignificancia, de nuestra vulnerabilidad, nuestra transitoriedad. Cuando seamos polvo, el mundo seguirá.
Alejandro Panés

La ruina siempre ha sido parte de la memoria del pasado, un edificio en ruinas nos habla de su pasado, de las personas que lo habitaron, ya fantasmas del tiempo. La ruina se presenta como un sinónimo de transformación, de la presencia del pasado en la construcción del futuro. Es el recordatorio de un tiempo que posiblemente fue mejor al ser ajeno a nosotros, o al menos que mantiene elementos míticos de una memoria que los convierte en mejores.
Rosa Olivares