Plymouth, costa suroeste de Inglaterra. Bloqueado desde hace más de un mes por el mal tiempo, un velero de 240 toneladas de arqueo, fletado por el
almirantazgo británico, sale finalmente del puerto: se trata del HMS Beagle. A su bordo, 76 tripulantes y pasajeros; entre ellos, un joven estudiante llamado Charles Darwin.

La visión fundamental de Darwin estaba basada en miles de observaciones y dos principios: evolución común y selección natural. Sobre la base de sus detallados estudios sobre el carácter y la distribución de las especies en todo el mundo, Darwin llegó a la conclusión de que todos los organismos vivos comparten antepasados comunes y por lo tanto están relacionados entre sí por un proceso de evolución modificada.

Darwin calculó que si se produce una variación hereditaria entre los organismos vivos por los rasgos que afectan a su aptitud para el medio ambiente (es decir, su capacidad de sobrevivir y reproducirse), es por que los que tienen las características corporales más aptas serán más propensos a pasarlas a su progenie. Esto propicia un proceso continuo de evolución modificada, en el que los cambios no son aleatorios, sino que van en la dirección de una capacidad mejorada de los organismos para funcionar en su entorno.

Durante algún tiempo consideró plausible la solución articulada a principios del siglo XIX por Jean­Baptiste de Lamarck en Francia, de que los seres vivos pueden modificar su apariencia y comportamiento en respuesta a los desafíos ambientales, y que estas modificaciones son heredadas de alguna manera por la
siguiente generacion, la llamada herencia de las características adquiridas.

MasauR desafia y pone en duda la capacidad evolutiva del ser humano.

Ciertamente, un número cada vez mayor de científicos se muestran insatisfechos con el hecho de que la versión actual de la teoría no aborda adecuadamente
muchas cuestiones importantes. En esta línea, la artista reflexiona sobre el papel de los procesos evolutivos en la catualidad, el origen de rasgos completamente nuevos, la posibilidad plausible de una herencia suave, es decir, que no dependa del ADN, e incluso cómo la propensión a evolucionar, la llamada evolutividad de un linaje, puede cambiar durante el curso de la historia.

Las fotografías comparan actividades de adecuación al medio natural en épocas prehistóricas (plasmadas en impresiones cerámicas) con imágenes intervenidas digitalmente de situaciones paralelas contemporáneas.

Es posible que en un futuro aparezcan modelos matemáticos tomados de la teoría de la complejidad que sugieren cómo formas y comportamientos intrincados pueden ser generados gratuitamente como propiedad emergente de ciertos tipos de sistemas no lineales, de los cuales los organismos vivos no son más que un ejemplo del juego de vivir. Hasta ese momento, pensemos en la propuesta de MasauR.

Hay un elemento a tener en cuenta en la evolución del cuerpo, la reificación, la tendencia de que los seres humanos y las relaciones sociales sean pensados
como cosas, mientras que aquellos objetos no humanos parecen asumir poderes animados.

Con Tamara Jacquin, las cosas producidas por la actividad humana toman la apariencia de ser agentes activos. Cuando uno hace una pausa y reflexiona sobre esto, parece un poco extraña esta noción de que los objetos pueden modificar nuestra evolución como seres sociales. Sin embargo, qué difícil es evitar llenar la ausencia dentro de nosotros, dándole una materialidad sancionada socialmente. Identidad y aceptación, fetichismo y totemismo. La reificación de la imagen corporal conduce a supuestos ideológicos y conceptuales no articulados que oscurecen las características más dinámicas y productivas de la evolución.
Consideremos la imagen corporal como un proceso, una actividad en lugar de un producto. El cuerpo es la base material de nuestra existencia como ser humano, cuenta nuestra historia. Quién soy yo, quiénes somos todos.
Entre el cuerpo dado y el manejo del cuerpo, la cultura corporal se desarrolla como un proceso histórico y colectivo. De las obras de MasauR y Jacquin se
deduce que la gente hace su propio cuerpo, pero no lo hace desde su propia voluntad individual.
La evolución de los cuerpos no se entiende sin la deriva espiritual, la de las ideas, símbolos y significados de la vida social, y tampoco sin la de la cultura material, la de las cosas, los instrumentos y la tecnología.
El análisis de la relatividad evolutiva del cuerpo conduce hacia la socialidad dentro del mismo cuerpo. La existencia social humana no se encuentra en algún
lugar fuera o por encima del cuerpo individual, sino en el interior de la práctica corporal misma.
Y debemos añadir que nuestro cuerpo está siempre relacionado con los cuerpos en plural. Nuestro cuerpo no se entiende sin las relaciones inter­corporales.
Nuestro cuerpo es un inter­cuerpo. Esto contradice la tradición occidental de pensar el cuerpo de una manera individualista. El solipsismo epistemológico trata
al ser humano como si estuviera primordialmente sólo en el mundo y sólo secundariamente socializado. Pero el núcleo de la existencia humana debe encontrarse entre el cuerpo y el cuerpo.
El cuerpo humano está junto con otro cuerpo, uniéndose a los demás.
Somos un Entre, un Con y un Otro .

https://www.youtube.com/watch?v=kurmT2Fnpe8